Las restricciones que impuso Brasil en 2015 al ingreso de nuestra fruta, en particular, y la mendocina, en general, causaron pérdidas importantes. No se supo fehacientemente a qué respondía tanto celo porque nuestros productos tenían la misma sanidad que años anteriores. Algunas especulaciones lo centraron más en cuestiones comerciales y hasta políticas.
Eso fue durante la administración de Dilma Rousseff. Destituida la mandataria, cambió la conducción y también, afortunadamente, la relación con la provincia. Las nuevas autoridades expresan, sin reservas ni especulaciones, que tienen «avidez por reiniciar cuanto antes el intercambio comercial». Significa que no habrá trabas para nuestras exportaciones. Más aún: en el Palacio Planalto (sede del gobierno en Brasilia) admiten que el vínculo anterior era «tendencioso».
Para que todo esto tan auspicioso se concrete, nosotros también deberemos hacer algunos deberes. Actualmente, el Oasis Surmendocino no ha perdido el estatus sanitario por la Mosca del Mediterráneo; el SENASA ha impuesto una suspensión administrativa.
El organismo nacional detectó que el ISCAMÉN no actuó correctamente y existe una fuerte presión de la plaga por irregularidades en el trabajo de campo. Las nuevas autoridades del ISCAMÉN, con Alejandro Molero a la cabeza, saben que, aunque difícil, no es imposible revertir la situación. Por lo pronto se concreta una liberación de dos razas de moscas en San Rafael y General Alvear.
En tanto la situación se regularice, las ventas en el mercado interno tienen cierto condicionamiento. Por ejemplo, si el destino es La Patagonia, hay que cumplir con un sistema cuarentenario que representa un costo adicional para los productores.
Con trabajo responsable, la problemática fitosanitaria se revertirá. Lo que ya no tienen solución es el déficit dejado por la administración anterior, estimado en unos $ 100 millones.
Otro agujero a tapar y van…
Por Roberto Armando Bravo.
