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Matrimonios

La humanidad está en crisis. Y no es una afirmación tremendista. 

Cada vez son más los valores que se pierden u olvidan. Entonces, los cimientos de la familia tampoco son sólidos; si tambalea la familia, también lo hace la sociedad; toda la sociedad porque la familia es la primera y vital célula de cada una de ellas

El primer problema queda reflejado en la disolución de la pareja. Muchas veces, a una unión la frustra la incompatibilidad y las diferencias deshacen los esfuerzos en contrario. Otras, no hay resistencia a las dificultades en la convivencia. Además, existe una situación relativamente nueva: vínculos que cuando nacen ya contemplan la disolución. ¿Dónde quedó aquello de que el Hombre no separe lo que Dios juntó, más allá del Dios que tenga cada uno?

Cualquiera de las situaciones (no son las únicas) son más grave si existen hijos. Es que aparece otro flagelo de los tiempos contemporáneos: los chicos con progenitores biológicos, que no los crían ni educan, y padres postizos con los que no existe un lazo de sangre ni de amor. Por si ello de por sí no atormentara el desarrollo, suelen ser botín de las disputas de los ex.

No es todo; más tarde vendrán hermanos por parte de. Dicen que los niños ya están acostumbrados a esto. Tenemos una duda razonable ¿No será aguante la palabra adecuada? Antes, ahora y siempre los chicos quieren a mamá y papá juntos porque, al mismo tiempo,  necesitan de cada uno y de los dos.

Hay que revalorizar el conocerse. El estar seguros. El compromiso por sostener lo creado contra viento y marea. Eso fortalece tanto como todo lo otro debilita.

Es nuestra sugerencia en la Semana de la Familia.

Por Roberto Armando Bravo.

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