Aquellos partidos LV4 – Telesur de los años dos mil convocaban verdaderas multitudes. Bien podría hablarse que la cantidad de gente fue record considerando choques de equipos no afiliados a la Liga Sanrafaelina de Fútbol.
Durante doce años, tras cada primero de mayo, quedaban muchas joyitas para las apostillas: los muchachos, menos de fútbol, daban de qué hablar.
Vuelven a las mentes aquellas ingeniosas promocionales que se difundían los días previos por la radio y el canal, creando un extraordinario clima que después se veía reflejado en una verdadera romería de gente en Deportivo Argentino, Pedal o Huracán.
La solidaridad de la gente que posibilitaba juntar miles de kilos/unidades de alimentos no perecederos. El trabajo de los Scouts en la recepción y organización. La feliz entrega posterior a escuelas y otros lugares necesitados (Asilo, hogarcitos).
Y respecto del partido (de alguna forma hay que llamarlo) las promesas, no siempre cumplidas, de buen comportamiento porque a la mayoría no le gustaba perder ni a las bolitas.
Las cargadas que duraban toda la semana posterior (y más) y que se repartían porque siempre prevaleció la paridad.
En ese contexto festivo hay que incluir a alguien a quien la gente (más allá de su preferencia por uno u otro medio) hizo el ídolo: Eduardo Lucero. Para resumir el cariño que despertaba el Cabo habrá que decir que en la historia de la policía provincial nunca uno de sus efectivos debe haber sido tan ovacionado y en tantas oportunidades. Por algo debe haber sido.
Por Roberto Armando Bravo.