Por años, este día se dedicaba a recordar el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492. Se festejaba el Día de La Raza (como lo continúan haciendo la mayoría de los países Hispanoamericanos) valorando que el desembarco del genovés fue el punto de partida de la relación de dos mundos: Europa y América.
Los nuestros comenzaron a tener acceso a los conocimientos de una cultura mucho más antigua. Y posibilitó un crecimiento intelectual y material por el naciente intercambio comercial.
Después que Hipólito Yrigoyen pusiera sobre relieve la trascendencia del descubrimiento, y el recuerdo anual del mismo, ciudades, calles y paseos públicos fueron bautizados con el nombre Colón. También se erigieron monumentos como el que hizo el escultor Arnaldo Zocchi en la plaza de Casa Rosada.
La obra había sido promovida por el inmigrante italiano Antonio Devoto, como un obsequio a la colectividad italiana en 1921. Allí estuvo hasta un año atrás cuando, pese a las múltiples protestas, Cristina Fernández viuda de Kirchner decidió reemplazarlo por el de Juana Azurduy de Padilla.
Cinco años antes, la ex presidenta había conseguido que el Congreso aprobara que el 12 de octubre dejara de ser el Día de la Raza para convertirse en el del Respeto a la Diversidad Cultural.
Hoy, más de un centenar de asociaciones (que integran un comité denominado “Colón en su lugar”) reclaman que el histórico monumento del navegante sea reubicado en la plaza de Casa Rosada.
El Comité difundió un pedido “en nombre de los argentinos descendientes de inmigrantes que contribuyeron a fundar la patria”. Y recordaron que “los residentes italianos en Argentina pagaron y donaron la escultura con motivo del primer centenario de la Revolución de Mayo”.
El pedido será satisfecho porque no se puede caprichosamente cambiar el rumbo de la historia y porque el monumento de Juana Azurduy ya presenta serias fallas y riesgo estructural.
Por Roberto Armando Bravo.
