El Rambler Ambassador verde oscuro, modelo setenta y algo, era estacionado con maestría en las afueras de la cancha. Maestría porque era un vehículo de dimensiones mayores a lo que hoy produce el mercado automotriz y había que ubicarlo, no solo entre otros de similar tamaño, sino entre cientos por la convocatoria que tenía el fútbol de los setenta y ochenta.
Tras cartón, bajaba el Tito y muchos respirábamos: había llegado la voz comercial. Es que, entonces, la presencia del locutor en las canchas era clave para las transmisiones deportivas.
Pero, más allá de su categoría (que sumaba ¡y cómo!) y de su rol clave para el resultado del trabajo en equipo, del Ambassador Verde bajaba un tipo sonriente, cálido, de carácter estable, amable y siempre bien dispuesto para la faena que, además, nunca te iba a dejar A Pata.
Por años lo disfrutamos los jóvenes de Cosmodeportes y Antorcha. Por años compartimos sábados y domingos en los estadios sanrafaelinos.
Por años nos subimos a un vehículo (su Joya Verde, un ómnibus o lo que fuere) para desandar caminos conducentes a distintas ciudades donde un equipo sanrafaelino jugaría por los Regionales, la Copa Adrián Beccar Varela o aquel inolvidable Nacional de 1981.
Por años escuchamos las anécdotas e historias de Lv4 que desgranaba en las sobremesas.
Antonio Domingo López murió en las primeras horas de este sábado a los 86 años de edad. Ni la oscuridad de la madrugada, ni de los tiempos, podrá opacar tanto brillo y talento porque apenas si nos hemos referido a una de las tantas facetas de su fecunda vida en los medios.
Descansa en paz maestro y amigo.
Por Roberto Armando Bravo.
Tito fue nuestro maestro y amigo. Un tipazo con todas las letras. Su voz seguirá viajando por el éter hasta el infinito, y quizás alguna vez, la volvamos escuchar en el más allá.